El desarrollo de las ciencias relacionadas con la electricidad en el siglo XX sentó las bases para un nuevo instrumento de teclado.
En 1932, Förster fabricó su piano electroacústico, el Elektrochord, con la colaboración de uno de los mejores expertos en electroacústica, Oskar Vierling del Instituto Heinrich Hertz de Berlín, y del inventor germanoamericano Franklin Mießner.
Las vibraciones de una cuerda percutida por una mecánica de piano normal se registraron y amplificaron de forma electrónica. Diferentes cambios de registro permitieron modificar en gran medida el carácter del sonido: desde el tono delicado de una espineta, el tono lírico de un piano de cola para salón al poderoso despliegue tonal de un piano de cola para conciertos. En 1982, el Elektrochord fabricado con el n.° 75500 en 1938 fue restaurado para la colección del Deutsches Museum en Múnich.
Después de un proceso de restauración de diez meses, el piano se entregó con un aspecto totalmente renovado al catedrático Vierling en Ebermannstadt para que restableciera el sistema acústico.
Con mucho trabajo y esfuerzo, este logró recrear el complicado dispositivo de control del sonido electrostático de 1938. El amplificador y altavoz que faltaban fueron sustituidos por aparatos fabricados en aquella época.
El 15 de diciembre de 1985 se celebró la ceremonia de presentación de este Elektrochord, con la que pasó a formar parte de la colección de instrumentos del Deutsches Museum en Múnich.